¿Dónde dejé el cartón?
- Luisk Coronado

- 8 sept 2017
- 4 Min. de lectura

Hemos escuchado muchas veces que un diploma no hace a alguien un profesional. Que aquello que envuelve toda esta palabra va más allá de un día recibir un cartón con firmas, sellos y letras que anuncien que estudiaste determinado tiempo para convertirte en experto de cualquier área. En eso estoy de acuerdo. Ahora bien, que quede claro que no tengo nada en contra de estudiar, todo lo contrario. Creo y defiendo que si alguien quiere ser algo en la vida lo que tiene que hacer es prepararse y capacitarse. No importando qué profesión, arte o ciencia quiera desarrollar lo principal es estudiar para ser el mejor en la misma, esa debería ser la meta, no menos.
Algo que siempre he pensado es que la escuela y la universidad cada uno se la hace. El profesor agrega un porcentaje al aprendizaje y es en lo individual que cada uno le debe sumar hasta llegar a un 100%. La universidad no solo es llegar a un salón las horas que indique un horario; pagar la cuota mensual; sacar un lápiz y apuntar el título del tema en un cuaderno multimateria; tomarle fotos a las diapositivas de la lección; tener compañeros que por redes sociales te avisen qué tareas hay que hacer; tener un receso para ir a platicar a la cafetería; y mucho menos acumular puntos que determinen tu nivel académico. La universidad es más que eso y menos de aquello que te hacer ser un profesional.
Ser un profesional es haber entendido que la universidad y la escuela solo es un paso que ayudó a cumplir tu meta de aquello en lo que te querías convertir. Ser un profesional a veces es dejar los protocolos y la burocracia por hacer lo correcto y lo más ético. Ser un profesional es saber que cada día aprendes algo nuevo y saber que la enseñanza jamás termina. Es con tu trabajo hacer valer la pena cada esfuerzo realizado por obtener el cartón que recibiste al graduarte. El ser profesional también lo alimenta la experiencia y para tenerla se debe trabajar fuerte todos los días. Es encontrar algo que te gusta y volverte especialista en eso. Es estar consiente que si eres o fuiste estudiante universitario perteneces a un porcentaje mínimo en toda el mundo y tienes una oportunidad que otros no y que quizás la aprovecharían mejor que tú. Acá es donde el cartón no te termina de definir. Sino todo aquello que trabajaste por obtenerlo y todo aquello que haces de la mejor forma día a día luego que lo obtienes.
Ahora bien, ¿qué con aquellos que forman parte de la élite de catedráticos? Porque déjenme decirles que no existe Padawan sin Jedi, ni karate kid sin el maestro Miyagi, ni tampoco discípulos sin Jesús. Esta etapa de la vida del aprendizaje es de doble vía. Y es que existen muchos catedráticos que buscan impartir tanto conocimiento que logran que sus alumnos puedan estar preparados. Pero a la vez existen algunos que es preferible leer libros y no llegar a clase para no sufrir pena ajena. Muchas veces inclusive catedráticos con envidia y con la mentalidad de ver a sus alumnos como posible competencia, entonces deciden no enseñar aquello que por obligación, contrato y lógica deberían. Debo agradecer que desde la primaria, pasando por la secundaria, llegando a la universidad y sumándole maestros de vida tuve la bendición de tener en mi camino maestros y maestras que me inspiraron a jamás rendirme y me enseñaron a que si quería algo debía prepararme. Así como también tuve de los que tratan de hundirte y que más bien no se dan cuenta que te motivan a seguir y demostrar que en verdad se puede. Quiero hacer mención también a algunos catedráticos que buscan a costa de sus alumnos darse mérito de algo y que optan por tomar el entusiasmo, talento y energía de su alumno para llevarse el crédito. Así mismo existe aquel catedrático que hace de menos y menosprecia a sus alumnos, creyendo que jamás llegarán a nada y que en lugar de enseñar y motivar se dedica a lucir la arrogancia necesaria para humillar a sus pupilos. En estos casos es cuando se debe recordar que el ser profesional y el aprendizaje depende de cada uno.
Como decía al principio, el aprendizaje y el convertirse en un profesional es una suma de porcentajes: Lo que el catedrático y la universidad ofrecen y lo que cada uno como persona quiera sumarle. Pero sobre todo depende a dónde quieras llegar, qué quieras hacer y quién quieras llegar a ser. Por eso ser profesional es más que un cartón, es la adición de todos los días llenos de trabajo y sacrificio; es el nunca dejar de aprender; es el compartir tus conocimientos; es el motivar con lo que haces a que los demás puedan crecer y ser mejores; es el dejar la envidia y ver a los demás como parte del equipo; es hacer lo correcto. Por eso si quieres ser profesional debes a diario trabajar.
Aprovecho para saludar a mis profesores, aquellos que me exigieron, que creyeron y que me motivaron. Gracias. También a mis alumnos de universidad. Esa etapa que decidí aventurarme en transmitir conocimientos pero sobre todo a motivarlos y a decirles que no le tuviesen miedo a soñar y ser los mejores. Estoy convencido que veré a cada uno en puestos importantes y conquistando sus metas. Recuerden, ¡Sean felices!




























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