El arte de liderar proyectos con empatía
- Luisk Coronado

- 5 oct 2024
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 7 oct 2024

En el vertiginoso mundo de los proyectos, donde los plazos apremian y las metas parecen más una carrera contra el tiempo que un viaje hacia el éxito, muchas veces se nos olvida lo más importante: la gente. Nos concentramos tanto en los gráficos de progreso, los presupuestos y las reuniones interminables que, sin darnos cuenta, dejamos de lado lo que realmente hace que un proyecto avance: el equipo.
Liderar con empatía no es solo una moda, ni un lujo reservado para los más sensibles. Es una necesidad. El éxito de un proyecto no se mide únicamente por los números o los hitos alcanzados; se mide por el bienestar del equipo que lo llevó a cabo. Cuando lideramos con comprensión, respeto y un oído dispuesto a escuchar, creamos un ambiente donde la gente quiere dar lo mejor de sí misma, no porque tenga que hacerlo, sino porque se siente valorada.
Imagina este escenario: llega el lunes y en lugar de bombardear a tu equipo con tareas, comienzas preguntando cómo están. Tal vez suene simple, incluso innecesario, pero esas pequeñas interacciones pueden hacer una gran diferencia. No todo es trabajo. Y aquí es donde entra ese delicado equilibrio entre lo humano y lo técnico.
Recuerdo un proyecto particularmente desafiante en el que el cronograma estaba tan ajustado que casi parecía una broma (de mal gusto, claro). Sin embargo, en lugar de estresar a todos con la presión de cumplir con los plazos, decidí hacer algo diferente: enfoqué nuestras reuniones en encontrar cómo apoyar a cada miembro del equipo. ¿La tarea se volvía pesada? Nos ajustábamos, redistribuíamos el trabajo, pero siempre desde un lugar de comprensión y apoyo.
Es en esos momentos donde se comprueba que las personas no son solo engranajes en una máquina, sino seres con emociones, preocupaciones y vidas más allá del escritorio. El resultado fue increíble. No solo logramos cumplir el objetivo, sino que el equipo terminó fortalecido, con relaciones más sólidas y una motivación genuina para encarar el siguiente desafío.
La Biblia nos recuerda: “Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo” (Gálatas 6:2). Este principio tiene un poder transformador cuando lo aplicamos al liderazgo. No se trata solo de cumplir con la agenda, sino de ser un soporte mutuo, de compartir las cargas. Porque al final, un equipo que siente empatía desde el liderazgo, es un equipo que no solo alcanza metas, sino que trasciende.
Y hablando de empatía… ¡vaya que se necesita en el trabajo remoto! Uno nunca sabe si el compañero que parece estar ignorando la reunión de Zoom, en realidad está luchando con su Wi-Fi, o peor, con sus hijos que decidieron que justo ahora es el momento perfecto para “ayudarle” con su trabajo. ¡Eso sí que requiere paciencia y comprensión!
Liderar con empatía es reconocer que el bienestar del equipo está por encima de los objetivos estrictamente técnicos. Y al final, los proyectos que se construyen sobre cimientos humanos son los que realmente perduran. Porque sí, las metas importan, pero las personas importan más.




























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