Papá: El Silencio que Sostiene el Mundo
- Luisk Coronado

- 17 jun
- 2 Min. de lectura

Hoy celebramos a los padres. No solo a quienes llevan el título, sino a quienes lo honran en lo oculto. A esos hombres que, como José, el papá terrenal de Jesús, no necesitan pronunciar muchas palabras para dejar una huella imborrable en la historia de sus hijos.
José no dejó discursos. No escribió libros. No hay registro bíblico de una sola frase suya. Pero su obediencia, su fe, su valentía silenciosa… cambiaron el curso de la humanidad. Fue él quien recibió el llamado en sueños, quien protegió a María, quien cargó a Jesús en sus brazos cuando el mundo lo buscaba para matarlo. Fue él quien preparó a su hijo no para ser famoso, sino para cumplir su propósito.
¿Y si quitáramos a José de la historia? ¿Y si quitamos a los padres de nuestras historias?
El resultado no solo sería dolor: sería vacío. Porque el padre no es solo figura. Es cimiento. Es sombra que protege del sol. Es columna que, aunque cansada, nunca se rompe. El padre tiene el poder de abrir caminos y encender futuros.
Muchos padres caminan sin aplausos, lloran sin testigos, aguantan más de lo que cuentan. Se desvelan, se privan, se parten en mil pedazos con tal de que sus hijos estén enteros. Y muchas veces, solo cuando nosotros también nos convertimos en padres, empezamos a ver todo lo que ellos callaron por amor.
Pero también hay historias donde papá no estuvo. Quizás no lo conociste. Quizás estuvo pero dolió. Quizás aún está, pero no te ve. El vacío de un padre deja heridas que a veces duelen toda la vida… hasta que nos encontramos con el abrazo del Padre que nunca falla.
Porque en Dios encontramos lo que la tierra nos negó: identidad, propósito, restauración, afirmación y un amor que sana desde adentro. Ese abrazo que dice: “aunque tu padre y tu madre te dejaran, Yo te recogeré” (Salmo 27:10).
Dios es el Padre:
Que ama sin condición (1 Juan 3:1)
Que provee incluso cuando no lo vemos (Mateo 6:26)
Que defiende a los que se sienten solos (Salmo 68:5)
Que nunca abandona (Hebreos 13:5)
Que nos recuerda que fuimos hechos para un propósito eterno (Jeremías 29:11)
Así que hoy, si tienes a tu papá, abrázalo. Llámalo. Perdónalo si hace falta. Dale gracias si aún está. Y si no está, deja que el Padre Celestial te muestre que no estás huérfano.
Y tú, papá: si estás cansado, si dudas, si te preguntas si lo estás haciendo bien, recuerda esto: Dios te ve. Ve tu entrega, tus noches largas, tu lucha diaria. Y así como con José, Dios está contigo en cada paso, hablándote al corazón, guiando tu camino.
Papá, gracias por no rendirte. Por seguir creyendo, aún cuando nadie lo ve. Tu silencio también habla. Tus actos también predican. Tu presencia transforma.
Feliz Día del Padre. Hoy te celebramos. Y sobre todo, te honramos.




























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