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Carta al Autoestima



Anoche pensaba en ti. En cuantas veces he dudado la causa que te trae por acá y de las múltiples formas, tamaños y niveles de jerarquía que has tomado en mi vida. En como te marchaste la última vez por mi culpa, al mencionar tu bajeza, tu poca importancia y lo poco valiosa que eras. Luego volviste cuando aquella mañana de verano tomé valentía y recordé lo que importa en la vida; las cosas que me tienen vivo y cada segundo que he sido feliz tras la suma de bendiciones que sin duda del cielo fueron enviadas. A veces me peleo con el auto respeto, ese personaje que es correcto, serio y directo. Cuando trato de burlar su inteligencia la más dañada eres tú. Cuando volteo a verte es tarde ya y una lágrima abarca tu mejilla; te vuelves a sentir poca cosa y me ves a los ojos deseando mantenerte donde estabas. Me desplomo al verte ahí, haciéndote pequeña, por una vez más dejar que el exterior, los medios y las adversidades me hagan hacerte daño y con mis palabras golpearte más fuerte que una bofetada seca.


A pesar de estos años de montañas rusas. Me he dado cuenta que la única forma de llevarnos bien tú y yo es encontrar a un intermediario. No quiero que pienses que te estoy culpando a ti. Estoy aceptando que he causado cada una de nuestras peleas, separaciones y todas aquellas veces que te hice de menos. Ha sido un arduo trabajo llegar a este punto en donde he tenido que decir ¡ya no más! En muchos momentos no he pensado y no he entendido que no eres solamente un motivo de estudio del gran psicólogo Maslows. Eres ese “no se que” dentro de mi existir que hace funcionar distintas áreas de mi mecanismo emocional.


No he sabido escucharte y no he puesto atención a las cosas que te importan y que valoras porque lo único que quieres es mi bienestar. Lo único que buscas es que juntos hablemos de ese conjunto de perspicacias del amor propio, la confianza y la espontaneidad que debiese yo tener. Tras estos largos años, has buscado posicionarte en un buen peldaño de mi estatura, sentarte en la cornisa de mis ojos y con tu telescopio ver al espejo y sonreír satisfecha. Buscas pasearte por mis venas en época de primavera, llegar al corazón y que el palpitar te haga cosquillas y así reír a carcajadas. Que cada latido te diga que voy caminando sabiendo que tu estas bien y por ende yo mucho más. Que te acerques a susurrarme al oído a decirme cómo estás y lo buen equipo que hacemos al abrirnos paso con seguridad y confianza. Que tomada de mi mano puedas estar ahí para jalarme y protegerme de las cosas que terceros digan sobre nosotros. Esto ha sido complejo quizás, pero como antes mencionaba, la buena noticia es que puede ser realidad gracias a alguien, un intermediario que pueda ser la base para ti y para mi. Ni idea debes tener de lo feliz que me pone esto querida autoestima. La solución llegó y para quedarse.


Déjame contarte a qué me refiero. La semana pasada fue quizás para muchos los días de descanso que tras largas jornadas de estudio o trabajo añoraban. Días de sol, celeste horizonte y sonido del mar. Semana para ver películas en casa, despertar tarde, tomarse fotos con paisajes veraniegos y probar los típicos platillos de época. Sin embargo, la raíz de las fechas es lo que trae la solución a nuestro problema. Mencionaba antes a un intermediario y de él es quién quiero hablarte. Es quizás un revolucionario de su época de tal forma que partió la historia en dos. Seguro de si mismo y con una misión clara, un objetivo definido que consiguió día a día viviendo su credo y su visión. El mejor personaje para ser imitado y el excelente personaje para escribir su biografía al menos 4 veces. Un porte firme y semejante a los mortales pero con un toque celestial trascendental como para cambiar a la humanidad entera. El mejor amigo. Sabe escuchar, no abandona, acompaña, aconseja y apoya. También corrige y reencamina los pasos, tal como lo busco ahora para nosotros dos mi querida Autoestima.


A veces cuesta pensar y es complicado el tema de cuánto vales, cual es tu base y en qué debemos fundamentar tu existencia para mi bienestar que buscas. Erróneamente lo hemos querido cimentar en lo que nos venden el sistema mediático, palabras de terceros desde pequeños y hasta de la misma percepción propia que creé. Pero lo que representa la semana pasada es mucho más que unas vacaciones apropiadas o una semana con apellido “santa”. Lo que nos recuerda esos días es la base de tu vida mi estimable Autoestima. Es nada más y nada menos que lo que debe alimentarte a diario y hacerte sonreír mientras caminas derecho con la vista puesta en un símbolo formado por dos líneas en intersección con cuatro vértices. Pero sobre todo con la convicción que en esa cruz no está colgado ese revolucionario que aludí, sino que está vacía como su tumba, porque vive y lo hizo justamente para que hoy tú y yo tengamos un valor y que en él encontráramos las respuestas a nuestras preguntas existenciales.


Mi apreciada Autoestima, hoy en esta carta te propongo una tregua y que nos demos la oportunidad de no lastimarnos más y de no hundirnos más en distractores sin sentido y sin costo alguno. Que juntos olvidemos opiniones, sentimientos y negatividades colaterales que nos han golpeado. Hoy tú y yo podemos aferrar al valor dado en la cruz a base de sangre revolucionaria de nuestro mejor amigo. Hoy nuestro valor está y estará solo en Él.


Gracias por recibir esta carta mi apreciada Autoestima. Solo toca juntos recordar el valor que se nos dio y no olvides que la Semana Santa es alguien: Jesús.


Atentamente


Yo.

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