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Netflix compra Warner… el tablero del entretenimiento se reinicia

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La operación: Netflix acuerda adquirir los estudios y el negocio de streaming de Warner Bros. Discovery por unos 72 mil millones de dólares en equity (82.7 mil millones en valor empresarial). En el combo vienen los estudios de cine y TV, HBO y HBO Max, DC, además de videojuegos y bibliotecas históricas; afuera se quedan los canales lineales (CNN, TNT, Discovery, etc.), que se irán a una nueva empresa llamada Discovery Global, y el cierre se proyecta para 2026, después de completar esa escisión. 


Sí, es concentración brutal de poder y los reguladores ya están afilando los colmillos. 

Pero yo quiero poner el foco en otra cosa: qué puede significar esto para la creatividad, para la innovación… y para lo que entendemos por “televisión” y “radio”.


1. Del catálogo a los universos


Netflix ya no es “una plataforma con series”; con Warner en la mesa, se convierte en el dueño de varios de los universos más grandes del planeta: Harry Potter, DC, Game of Thrones, más todo el ADN de HBO en drama premium y narrativa de alto nivel. 


Eso cambia el juego en dos sentidos:


  • De proyectos sueltos a ecosistemas narrativos. No se trata solo de lanzar una serie nueva, sino de orquestar universos completos: series, spin-offs, podcasts, videojuegos, experiencias en vivo, productos licenciados. Todo coordinado desde un solo “cerebro” creativo y de datos.

  • De la guerra del streaming a la guerra por el tiempo de atención. Con esa cantidad de IP bajo un solo techo, Netflix puede diseñar rutas de consumo completas: hoy ves una serie, mañana escuchas un podcast, pasado juegas algo en consola o móvil, y todo sigue siendo la misma historia expandida.


Para los que contamos historias, eso es un recordatorio brutal: ya no basta un solo formato. Cada idea fuerte debería pensar desde el inicio: ¿qué más puede ser esto además de un video de 30 minutos?


2. La TV tradicional: o se reinventa o se vuelve canal de “ruido ambiental”


La jugada deja a los canales lineales del lado de Discovery Global: cable, noticias, deportes y factual, separados del músculo de estudios y streaming. 


Traducción al idioma negocio:

la televisión tradicional se queda con la señal, pero pierde el “mito”. El contenido aspiracional, de conversación global, se mueve al mundo Netflix+Warner.


¿Qué tendría que hacer la TV abierta y el cable para no morir lentamente?

  • De programación a productos. Basta de magazines genéricos de tres horas, noticieros clonados y programas que existen solo “porque siempre se ha hecho así”. Cada franja debería pensarse como producto con propósito: claro, recortable, exportable a digital.

  • De canal a marca multiplataforma. Si tu programa solo existe en la grilla, ya perdió. El contenido tiene que vivir en YouTube, podcasts, shorts, newsletters, eventos físicos, WhatsApp… La señal de TV se vuelve solo un punto de contacto, no “el centro del universo”.

  • De rating a comunidad. El KPI ya no puede ser solo “puntos de rating”. El verdadero activo es la comunidad que te sigue, te escribe, comparte tus clips, se reúne en vivo. Si mañana te quitan la frecuencia, ¿tu audiencia te seguiría a otro lado? Esa es la pregunta incómoda.


3. La radio: de fondo musical a central de contenido


Lo mismo aplica para la radio. Mientras Netflix compra estudios, catálogos y plataformas, muchas radios siguen creyendo que su competencia es “la otra emisora de la ciudad”, cuando en realidad es Spotify, YouTube, TikTok, los podcasts y ahora este Frankenstein gigante de Netflix+Warner.


Para mí, la radio que sobrevive será la que entienda tres cosas:

  1. La cabina es un set. Cada programa debe poder verse: cámaras, cortes verticales, clips para redes, versiones extendidas para YouTube. El audio ya no viaja solo.

  2. El locutor es un creador de contenido, no solo una voz. Sus secciones pueden convertirse en micro podcasts, reels, columnas escritas, newsletters. Es la misma persona, pero multiplicada en formatos.

  3. La radio es un hub de historias locales. Mientras los gigantes se pelean por las franquicias globales, las radios pueden ganar siendo el lugar donde se cuentan las historias de la ciudad, del país, de la gente real. Eso ningún algoritmo te lo puede robar tan fácil.


4. De queja a propuesta:

¿qué hacemos con esto?


Podemos asustarnos por la concentración de poder o aprovechar la señal clara que nos manda esta adquisición: el entretenimiento del futuro será híbrido, transmedia, orientado a comunidades y construido sobre marcas fuertes, no sobre horarios.


Algunas acciones concretas que yo veo necesarias:

  • Productoras: dejar de vender “un video” o “un spot” y empezar a vender ecosistemas de contenido: pieza principal + cápsulas + versión podcast + versión curso + live + documentación interna.

  • Canales y radios: diseñar al menos un formato insignia multiplataforma por marca. Uno. Pero que sea 10X, que tenga clara su identidad, su comunidad y su plan transmedia.

  • Creador individual: no pensar “tengo un podcast” o “tengo un canal de YouTube”, sino “tengo un mensaje” y lo empaqueto en los formatos que la audiencia realmente está consumiendo.

  • Empresas y ONGs: entender que la batalla por las mentes y los corazones ya no se libra solo con campañas; se libra con historias continuas, series de contenido y relaciones de largo plazo.


Netflix y Warner acaban de firmar un capítulo gigantesco en la historia de los medios. 

Pero lo que más me importa no es quién compró a quién, sino qué vamos a hacer tú y yo con esta realidad:


¿Vamos a seguir produciendo como si estuviéramos en 1998, o vamos a admitir que el mundo cambió y empezar a crear formatos que estén a la altura?


Porque algo es seguro:

la televisión y la radio, tal como las conocimos, ya no regresan.

Lo que sí puede nacer —si nos atrevemos— es una generación nueva de contenidos capaces de trascender, no solo entretener.

 
 
 

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