Dos minutos de silencio…
- Luisk Coronado

- 8 sept 2017
- 3 Min. de lectura

Hace unos días el 28 de abril en Israel, en memoria de los más de seis millones de judíos asesinados durante la segunda guerra mundial, se realizaron dos minutos de silencio a nivel nacional. Esto fue noticia en diferentes medios ya que durante ese tiempo el país completo se paralizó. No importando quién fuese o qué estuviese haciendo, todo fue quietud y un silencio de más de 8 millones de personas se hizo sentir. Con la mirada baja o al cielo se pensaba en esas personas que sufrieron innecesariamente una muerte indescriptible.
Sin embargo, me puse a pensar qué pasó en esos dos minutos con un pueblo completamente en silencio, bajo un mismo pensar y en un mismo sentir. Por dos minutos en ese país se acabó el maltrato, se acabó la violencia, se acabaron los malos pensamientos, se acabaron lo robos. Lo grandioso es: Cómo en dos minutos puede cambiar la dirección de un país. Cómo en un instante se le otorgó una oportunidad a todos de reflexionar acerca del pasado cruel, del presente y lo que a su alrededor tienen y lo porvenir, que puede ser lleno de esperanza.
Vivimos en la actualidad en un mundo repleto de rencor, depresión y violencia. Y no solo hablo de sicarios, asaltantes y traficantes. Hablo desde lo que por nuestra mente pasa a cada instante. A veces ya sin darnos cuenta o como parte de lo típico de la sociedad hacemos el mal. “Tiro basura en la calle, porque todos la tiran”; “Llego tarde a la reunión, porque de igual forma todos llegan tarde”; “Copio en el examen, porque el profesor no me ve”; “Voy a dejar así el trabajo, al cabo que mi jefe ni lo va a revisar”; “El de la tienda me dio cambio de más, no le digo nada porque para qué no se fija bien”… Etc. Etc. Y claro está, ni hablar de aquellos que a sangre fría no se tientan el alma en quitarle la vida a alguien más o aquellos que se hacen dueños de lo ajeno y hasta pagan sus cuentas a base de ello. Y de aquellos que frente a un pódium con ofertas de cambio social engañan a muchos para darle de comer a su codicia.
Todos estos males son un autoengaño. Creemos que es “normal”, que “está bien, porque todos lo hacen”, que “de todos modos ya está mal la cosa” y mil excusas más que nos damos a nosotros mismos para no salir del pantano social en el que nos hundimos y que agrandamos al seguir así.
Ahora bien, regresando a los dos minutos. Imagina una vida así, donde podamos antes de actuar hacer una pausa y reflexionar de lo que en el pasado ha estado mal, de lo que en el presente tenemos para hacer bien y de lo que podemos construir para el futuro. Donde antes de cada cosa que vayamos a hacer se puedan tomar dos minutos en silencio para crear un dialogo contigo y cuestionarte de qué es lo mejor.
Esto me lleva a una historia que un profesor en secundaria me contó, es corta y va más o menos así:
Un niño después de un día pesado en la escuela regresa pensativo a su casa. Al llegar a casa encuentra a su padre sentado en el sofá leyendo el periódico. Se le acerca lentamente tocándole el hombro y le hace una pregunta.
- Papá, ¿Puede el ser humano vivir un día sin hacer el mal?
- ¿Qué tipo de pregunta es está? – responde el padre. - ¡Claro que no! Es imposible.
- Papá – vuelve a dirigirse el niño - ¿Puede el ser humano vivir una hora sin hacer el mal?
- Es imposible. Siempre habrá alguien alrededor del mundo, en algún lugar haciendo algo malo. – afirmó el padre.
- El niño, curioso vuelve y pregunta - ¿Puede el ser humano vivir un minuto sin hacer el mal?
- El papá baja su periódico, lo ve con unos ojos de molestia y responde. - ¡Claro que no hijo! No preguntes más. Ya te dije que siempre más de alguien estará haciendo algo malo en alguna parte del mundo a cada minuto.
- El niño baja la mirada por unos segundos, hace una pausa y voltea al papá y le dice – Y entonces ¿Por qué no mejor vivimos la vida segundo a segundo?
Y es que muchas veces se nos olvida que la vida es una sucesión de momentos formados por la sumatoria de segundos y depende de cada uno de nosotros cómo vivamos cada uno de ellos. Nos ha tocado a todos pasar por instantes en los que nos autoengañamos al tomar decisiones que creemos no nos van a afectar o que no van a lastimar a los demás. Mas, nunca es tarde para iniciar a vivir una vida, segundo a segundo. Haciendo una pausa meditando para ser mejores cada día.




























Comentarios