El Vuelo.
- Luisk Coronado

- 8 sept 2017
- 4 Min. de lectura

Abróchense el cinturón y prepárense ya que el despegue dará inicio. De antemano se les pide que se preparen porque el vuelo estará lleno de turbulencia y dificultades, pero la idea es elevarse lo más alto posible y llegar al destino a como de lugar. ¡Buen viaje y no olvide disfrutarlo!
Cada vez que las personas se trazan una meta o un sueño nuevo, es como comprar un boleto aéreo a un viaje lleno de aventuras, retos y turbulencias que al llegar al destino, habrá valido la pena haberlos sobrepasado. Y es que la realidad es que los sueños y las metas no son fáciles. No crecen y se alcanzan de un día para otro y hasta tienen cierto grado de dificultad que te hará querer ser mejor cada día para alcanzarlo y hará que te prepares cada vez más para llegar a el. Hay veces que debido a ese esfuerzo, que de antemano se sabe, que existirá en la búsqueda de una meta, muchas personas prefieren acomodarse, ver cómo los demás sueñan para terminar siendo personas conformistas, observadores nada más de cómo el mundo gira y crece a base de sueños de terceras personas que en algún momento asumieron la responsabilidad de buscar su propia felicidad al no rendirse y vivir el viaje a los más audaces, locos e inimaginables sueños que tuvieron.
El inicio de un proyecto es similar a un despegue de avión. Tomas la decisión de viajar, echas un suspiro al aire y te subes en el avión. Una vez cerrada la puerta ya no hay vuelta atrás, ya estás dentro y listo para el viaje. Los nervios se empiezan a hacer presentes, te recuerdan mil y una cosa negativa que puede pasar en aquel génesis de tu sueño. Pensamientos analógicos similares a: “El avión puede caer”; “Quizás ni siquiera logres despegar”; “Qué tal si te mareas y sientes no poder continuar”, entre muchas otras razones inclusive “lógicas” que querrán convencerte que el despegar para conseguir tu sueño es la peor idea que hayas tomado jamás. El avión empieza a acomodarse en la pista, se alinea ante la orden de banderas color naranja. Todo despegue requiere que todo esté debidamente sincronizado, listo y mucha precisión. Los motores arrancan, tus manos sudan y ajustas el cinturón. Sin embargo, a pesar de los nervios y los pensamientos contrarios, algo dentro de ti hace que ese inicio lo veas como un paso más cerca de lo anhelado. El avión poco a poco se empieza a elevar, más potencia, más empuje, más fuerza, mucha concentración, sin mirar atrás, y enfocado en llegar al destino. En ese momento te das cuenta que aquel sueño en tu mente está empezando a tener forma. Todo inicio cuesta, pero con dedicación, concentración y con todas las ganas del mundo lograrás dar de la mejor forma ese primer paso.
Para que un avión pueda volar sin mayor dificultad se debe elevar a determinada altura. Es necesario poco a poco ir subiendo con el valor necesario para poder seguir avanzando. Esto no quiere decir que será fácil y cómodo al llegar al nivel exacto. Es ahí cuando más concentración se necesita. Como soñadores se debe ser constante, mantenerse firme y definido en qué estamos haciendo y hacia donde vamos. La perseverancia sale a protagonizar en ese momento ya que es necesario no soltar el timón para llegar. No obstante, en esos momentos llega la turbulencia que te hará tambalear y nuevamente los nervios vuelven a querer apoderarse de ti. En ese instante aún se complica más porque esas turbulencias y la suma de nervios te harán pensar que no podrás llegar a la meta y tendrás que descender y hasta quizás ocasionar un aterrizaje forzoso. Es necesario que cuando estés en esta etapa de tu sueño o de tu meta, sigas trabajando fuerte y constante y recordando en todo momento que el que hayas llegado tan alto no quiere decir que no puedas empezar a descender y menos aún creer que porque estás en lo alto del cielo veas con menosprecio a los demás que vienen volando debajo de ti. Porque no se mantiene en lo alto quién no es responsable y persistente y por sobre todo tampoco olvida como fue su despegue.
Al estar a pocos momentos de aterrizar, sientes como las dudas de si lo lograrías empiezan a menguar y aquellos momentos de turbulencia que sobrepasaste ahora son un enorme aprendizaje para tu próximo vuelo. Te acercas a la ventanilla y ves las nubes fundiéndose al fondo con un azul interminable. Ves hacia abajo y las luces del panorama transmiten tranquilidad que estás por concluir una travesía maravillosa que no te arrepientes de haber tomado. Los colores que le dan perspectiva a aquel horizonte donde se ve tu destino son la señal que estás cerca y que has sumado a tu vida: felicidad, paz, aprendizaje y el deseo a seguir soñando. Así mismo, el aterrizaje no es motivo de relajación. Es también período de mostrar concentración y todo aquello aprendido en el viaje porque muchas veces un buen viaje también puede tener una mala conclusión. Y es que la búsqueda de alcanzar un sueño, Está dividida en etapas en las que no debemos dejar de prepararnos y trabajar por el mismo.
Al llegar a tu destino echas un suspiro al aire, como anunciando la satisfacción de haber sido parte un sueño que un día inició en tu corazón y que en ese momento lo estás viendo ante tus ojos. Así mismo, la vida es aún más interesante si somos soñadores constantes, es decir, ir haciendo escalas viajando y jamás dejando de aprender hasta llegar a cada destino, meta y sueño que nos propongamos.
¡Bienvenidos de nuevo! ¿Cuál será su próximo destino?...
¡Perfecto! Abróchense el cinturón y prepárense ya que el despegue dará inicio. De antemano se les pide que se preparen porque el vuelo estará lleno de turbulencia y dificultades, pero la idea es elevarse lo más alto posible y llegar al destino a como de lugar. ¡Buen viaje y no olvide disfrutarlo!




























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