Suena a comercial de Turismo
- Luisk Coronado

- 8 sept 2017
- 3 Min. de lectura

Las pasadas vacaciones de fin de año tuve la dicha de pasar unos días en mi Guatelinda. El momento esperado llegó cuando estaba entrando al aeropuerto de la ciudad de México rumbo a la tierra que me vio crecer. Suspiré mientras cerraba los ojos como diciendo “¡Lo logré!”. Lo importante en ese momento era apresurar el paso para subirme al avión y así en un rango de dos horas y media disfrutar de los paisajes, comidas, tradiciones y sobre todo de las personas que amo. Al siguiente día de mi llegada ya estaba tomando mochila para poder visitar rincones que no estaba dispuesto a dejar de ver: Xela, Panajachel, Fuentes Georginas, Antigua, entre otros más.
La compañía perfecta, familia, risas, paisajes y la mente fresca. Los kilómetros se sumaban y poco a poco los destinos nos daban la bienvenida. Y es que en Guatemala hay mucho que ver, mucho que respirar, apreciar y vivir. Quizás suena a comercial de turismo, pero es la realidad. Poco se aprecia internamente lo que representan los casi 109,000 kilómetros cuadrados que forman el hogar de todos nosotros, los chapines.
La reputación del corazón del continente, Guatemala, fuera de las fronteras cada día es menos generosa con las riquezas de nuestro país y la magia de este. A diario más 12 personas mueren por cualquier tipo de violencia o crimen. A diario 110 decibeles de ruido provocado por el tráfico en horas pico le gritan a nuestra ciudad que necesita un cambio. Cada año una persona produce 1100 libras de basura y más de la mitad de la misma no se recicla, no se deposita en lugares adecuados contaminando a pasos agigantados nuestro territorio. El salario mínimo de los guatemaltecos es aproximadamente 55 veces menos que el del presidente. La sumatoria de las partes es una Guatemala triste, gris y pintada de rojo que necesita un cambio.
Podrían pensar muchos que es fácil para mi decirlo al estar en otro país. Lejos de esa realidad y quizás para muchos olvidando mis raíces. Mas, aclaro que es todo lo contrario. Guatemala es lo que soy y lo que llevo conmigo, esté donde esté. Aún más duele extrañar y extrañar con miedo; miedo de pensar cómo están mis seres queridos y como están las calles y si el cambio en progreso es positivo y no inverso. A veces hay que estar lejos para ver de cerca.
Este año es de historia, el próximo 13 de septiembre los guatemaltecos elegirán a quienes serán por los siguientes cuatro años los gobernantes y representantes del pueblo. Los que vienen a poner su empeño para lograr una Guatemala mejor y a preocuparse por las necesidades del país y ser agentes de cambio para una nación digna. – Algunos lo leyeron con sarcasmo, ¡yo sé! Pero no lo es – Cada uno de los candidatos para cualquier puesto político están ahí porque imagino, asumo y creo que ese es el objetivo. Y sino, ojalá hagan reflexión. Ser incompetente es un tema de riesgo y que afecta más a los que están cerca que a la misma persona. Más allá de pintar las piedras de colores en toda el costado de la carretera, saturar los postes con caras formales, optimistas, fraternas y hasta “cool”. Lo que se necesita es un compromiso serio y un plan estratégico equitativo y que lo único que busque sea el beneficio del país y claro de los guatemaltecos.
Sin embargo esto va más allá de lo que ofrezca un político y de las responsabilidades que este haya adquirido. El mayor cambio lo hacemos en lo individual. Le restas importancia a tu tierra cuando detienes tu carro en el paso peatonal en el semáforo y le pegas en la belleza cuando abres la ventana y tiras la basura a la calle y así pudiese haber una lista enorme. Son cosas quizás pequeñas, para muchos “insignificantes”, pero que sumadas generan caos, generan desorden y una Guatemala declinada.
Es un sueño quizás utópico el cambiar un país. Es algo lógicamente imposible, pero el secreto es de lo poco a lo mucho. Es sentirse parte de un lugar único e inigualable en todo el mundo y hacer que así persista por siempre, que sea un lugar donde exista más educación que corrupción. Un lugar donde cada uno entienda su rol y use las herramientas a su mano por tener una Guatemala que todos quieran conocer, respirar, apreciar y vivir. La responsabilidad no es de unos, sino de todos. Seamos agentes de cambio en nuestro entorno y quizás algún día podamos ver a la sele mayor en un mundial; podamos tener más porcentaje de alfabetización; quizás algún día la caravana del zorro entre al record guinness; ser en más cosas los número uno y seguir abriendo brecha como siempre se ha hecho pero ahora con más determinación.




























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